Cómo usar la reflexología para curar dolencias. Una técnica que lo ayudará a mejorar diversos síntomas, además de procurarle placer y bienestar. Los pies son como las raíces de nuestro cuerpo. Por eso, es importante cuidarlos; si ellos están bien, nosotros también.
Le decimos cómo.
¿QUÉ ES LA REFLEXOLOGÍA? Como la palabra lo dice, la Reflexología está basada en la utilización benéfica de los reflejos que producen los masajes. Éstos constituyen una respuesta orgánica que tiene lugar en un área alejada, a veces muy distante, de aquella que fue estimulada. Esto se debe a que esos puntos de los pies constituyen vías o canales nerviosos y energéticos, que conectan a estos puntos de los pies con todas las partes de nuestro cuerpo; por eso, al masajearlos de una manera específica, se estimula el trabajo de glándulas, órganos y músculos. Los estímulos que realizan los terapeutas son aplicados por medio de los dedos pulgar e índice.
El estímulo es conducido a través de canales nerviosos y energéticos alojados en el interior de nuestro organismo que provocan el efecto deseado. La Reflexología sirve, por tanto, para tratar y prevenir trastornos o enfermedades; pero, también, para suministrar bienestar y relajación.
El masaje proporciona una profunda relajación, lo que provoca, tanto alivio físico como mental, a través del restablecimiento del flujo normal de energía. Un terapeuta de reflexología sabe ver en nuestros pies:
● El pasado.
● El estado energético.
● El área y órganos en desequilibrio.
● Nuestro estado emocional.
Los masajes actúan sobre todos estos aspectos; de ahí que, solos o en conjunto con otro tipo de masajes, logren restablecer el balance de las funciones corporales. Esta idea es la base de muchas terapias alternativas. Así se considera que cualquier interrupción de este fluido natural de energía es la principal causa de las enfermedades. Dicho de otro modo, toda enfermedad es el efecto de este desequilibrio. Al efectuar el masaje en las zonas reflejas de los pies, se produce una activación de esa energía bloqueada, lo que se traduce físicamente en una mayor irrigación sanguínea que, a su vez, aumenta el transporte de sustancias nutritivas, oxígeno, energía, hormonas, anticuerpos, a la vez que contribuye a la eliminación de las toxinas. La reflexología, por tanto, estimula el poder curativo latente en el mismo cuerpo del paciente. Asimismo, también busca determinar las causas por las cuales se produce la enfermedad; ya que el cuerpo humano es un sistema abierto que recibe impulsos del medio ambiente, así como de sus propias emociones y pensamientos.
OBJETIVOS Y BENEFICIOS DE LA REFLEXOLOGÍA Entre otros, los siguientes son algunos de sus beneficios más notables: ● Genera una descarga bioenergética que provoca mejoría psíquica y física.
● Mantiene y fortifica la salud.
● Evita la dependencia de medicinas y drogas.
● Relaja al paciente, libera tensiones y regula la respiración.
● Estimula el aparato circulatorio y promueve el bienestar general.
● Produce la evacuación de toxinas, estimula el sistema linfático y reduce la acumulación de líquido.
● Activa el sistema endocrino. ● Acorta el tiempo de duración de cualquier dolencia.
● Mejora problemas de columna, trastornos funcionales y limitaciones motrices de las articulaciones.
● Disminuye el dolor menstrual y mejora trastornos ginecológicos.
● Da un aspecto más sano a la piel.
● Aumenta la calidad del sueño.
¿CÓMO SE APLICA? Mientras el reflexólogo efectúa su labor, el paciente permanece acostado en una camilla recibiendo el estímulo. Es importante que éste manifieste claramente si la presión le resulta dolorosa o molesta; ya que es posible que los estímulos provoquen un dolor casi placentero al aliviar la zona congestionada. Al finalizar la sesión, el paciente descansa unos minutos para luego levantarse con cuidado, sin realizar movimientos bruscos. Las sesiones tienen una duración que puede oscilar entre 40 y 50 minutos. El tiempo máximo que se recomienda para el estímulo reflexológico en cada pie es de 20 minutos, según la sensibilidad del paciente y su evolución. La frecuencia ideal para realizar esta terapia es de 2 sesiones por semana o de 1 como mínimo para comenzar. La aparición de cambios durante el proceso terapéutico no se puede establecer con anticipación; pero, en general, se obtienen resultados en un corto lapso. Por supuesto, éstos dependerán de la condición del paciente, así como de la capacidad e idoneidad del terapeuta que lo atienda. La duración del tratamiento varía; pero, en general, al cabo de 8 sesiones, suele haber cambios favorables. Asimismo, la Reflexología puede recibirse de por vida como medicina preventiva.
● Es conveniente potenciar la aplicación de Reflexología con otras actividades como, por ejemplo: ■ Una alimentación sana.
■ Masajes.
■ Yoga.
■ Aromaterapia.
■ Ejercicios de respiración.
● ¿Cuándo no es recomendable? Hay ciertos casos en que la Reflexología no debe aplicarse. Por ejemplo: ante la presencia de fiebre y enfermedades agudas; coágulos sanguíneos e inflamación de los sistemas linfático y vascular; estados que requieran cirugía; gangrena; infecciones en pies y manos; embarazos inestables. Como toda terapia complementaria, es imprescindible dejar claro que no sustituye la atención médica ni sus conocimientos; más bien, ha de ser utilizada como complemento de la medicina tradicional. En este sentido, lo ideal es fortalecer el aspecto más debilitado de la persona, según sea físico, energético, mental o emocional para actuar de modo específico.
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